La Industria textil tras la Primera Guerra Mundial (Entrevista a Javier)

Terminada la Primera Guerra Mundial, los países beligerantes habían comenzado enseguida a reconstruir sus industrias textiles, provocando poco a poco un crecimiento progresivo de las importaciones españolas y un descenso claro de las exportaciones. La producción en Béjar cayó sensiblemente respecto a la conseguida en los años anteriores a la guerra.

Una noticia positiva es que, a comienzos de 1920, la Cámara Oficial de Comercio e Industria de Béjar inaugura el Acondicionamiento de Materias Textiles. La puesta en marcha de este Establecimiento coincidió con una reactivación del trabajo en las fábricas, principalmente en lo referente a la fabricación de productos de pañería clásica para el comercio y en la de paños para el Ejército.


Pero el período de bonanza duraría poco, pues la concurrencia de factores tales como disminución de la demanda, carestía de materias primas, crisis bancaria, dificultades de transporte y otros, provocaron una gran crisis a nivel nacional, que causó un notable aumento del paro en el país.

Otro problema que se avecinaba era un más que probable cambio en los uniformes militares al color kaki dominante en el resto de los ejércitos europeos51. En 1916 y 1917 este asunto había sido motivo de constante preocupación para los fabricantes bejaranos y el problema continuó gravitando sobre sus cabezas durante varios años más hasta que sucedió lo inevitable.  

El desastre de Annual, ocurrido en el verano de 1921 provocó un notable incremento del gasto destinado al Ejército en Marruecos, lo que se notó también en la producción textil bejarana que se vio aliviada por la llegada de nuevos pedidos. Además, en septiembre de ese mismo año, el Ministerio de la Guerra pagó a los fabricantes todas las deudas pendientes. En 1922 estaban las fábricas a pleno rendimiento e incluso se intentó fabricar paños y novedades para el comercio, lo que no cuajó por la inestabilidad de la oferta y por la carencia en ese momento de un mercado nacional suficiente para ello.

Pero los problemas de falta de maquinaria moderna, los conflictos obreros y la competencia de otros centros fabriles españoles y extranjeros, además de la reducción en 1923 del contingente en Marruecos y, para mayor mal, el escaso caudal que traía el río en verano, harían que en ese mismo año volviera a aparecer el fantasma de la crisis.

En la primavera de 1924 hubo un breve repunte de la producción para, poco después, agudizarse la crisis, debido sobre todo a la casi nula demanda de paños militares. Esta fase tan crítica estaba motivada por la reducción del contingente militar, lammala situación económica por la que pasaba el país y los muchos miles de pesetas que adeudaba el Gobierno a los fabricantes. En el verano de 1926 sale un concurso para proveer al Ejército de 150.000 uniformes, por lo que en diciembre de 1926 abunda el trabajo en las fábricas, aunque otra vez duraría poco.




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